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miércoles, 25 de marzo de 2009

Comentario de textos

Queriendo hoy hablar un poco sobre política rumana, estoy casi obligada por la actualidad a hablar del escándalo Baneasa que acaba de explotar esta mañana, con un toque de especulación inmobiliaria, políticos de todo tipo salpicados, ricos en la sombra sin foto en los periódicos, implicación de los servicios secretos, Gigi Becalli adornando el pastel, esta vez desde el otro lado de la barrera...

Pero la verdad es que quería hablar de otra cosa, porque no he hehco los deberes esta semana, y llevo desde hace una semana un recorte de prensa en el bolsillo, una noticia que me dio mucho que pensar, y me confirmó bastantes cosas.

La noticia, del 20 de marzo, informaba de la destitución por parte del Ministro de Agricultura de 60 directores regionales de la APIA, la Agencia de Pagos e Intervención en Agricultura, encargada de hacer efectivas las subvenciones estatales y europeas al sector agrícola.

Aunque no sigo la cuestión de la política agraria con la atención que he seguido la absorción por parte de Rumania de otros fondos europeos, hace tiempo que sospechaba que no debía estar funcionando la cosa muy bien, porque no era normal que no me hubiera encontrado anuncios o noticias al respecto. Así que la noticia, aun con un titular tan pesado, me interesaba, esperando poder leer algunos datos al respecto... Pero no me esperaba leer tanto entre líneas.

La razón de la destitución, efectivamente, tenía que ver con la incapacidad de gestionar los fondos... ¿O no? Dice el ministro, Constantin Sarbu, que ha destituido los 60 directores de la APIA "porque no han respetado el plazo establecido el 15 de marzo para empezar a pagar las subvenciones por hectárea. Les hemos dado cuatro días, pero me han dicho que necesitaban tres semanas". No sé quién tiene la razón, pero o bien acabo de encontrar un contubernio judeo-masónico de los que le gustaban tanto a Franco, o bien hay algo que no funciona, ya sea la decisión política (cuatro días siendo un plazo imposible de cumplir) o el engranaje administrativo. Pero en este último caso, ¿no habría que resolver el problema estructural de funcionamiento, y no despedir a 60 cargos directivos de carácter técnico?

Sigo leyendo, y pensando, y me encuentro con un párrafo explosivo, en el que se cuenta lo siguiente que el director de la APIA dimitió el 12 de febrero debido a "ingerencias políticas en una actividad estrictamente técnica", y que esta semana se va a abrir el segundo concuros para la selección de su sustituto, ya que el primero, que tuvo lugar a finales de febrero, quedó desierto, ya que no se presentó ningún candidato.

NINGÚN CANDIDATO. Si me quedaba alguna duda de la posible injerencia política, este dato es absolutamente esclarecedor: qué cantidad de veneno contendrá un pastel que nadie se atreve a probar...

El detonante de todo, efectivamente, ha sido la pérdida de parte del dinero asignado por Europa en esta materia, y basta con conocer los datos que se muestran en el último párrafo del artículo. Cada año se deben hacer efectivas antes del 30 de junio las subvenciones por hectárea correspondientes a la anualidad anterior, perdiendo Rumania el dinero que no se capaz de distrubuir antes de esta fecha. Rumania fue penalizada por un valor de 8,4 millones de euros por las subvenciones correspondientes a la anualidad de 2007 que no fue capaz de hacer efectivas antes de 30 de junio de 2008... ¿Qué pasará con la anualidad de 2008, tras tres meses de parálisis política y administrativa entre las elecciones parlamentarias de principios de diciembre y la aprobación de los presupuestos generales del Estado ya entrado marzo? Los pagos no han empezado a hacerse efectivos... ¿Acelerará el proceso la destitución en masa de cuadros directivos? Lo dudo.

Y lo más grave es que no es un caso aislado. Recuerdo ahora mismo dos casos de dimisiones significativas. La primera, la más pública y flagrante, que llegó a tener reflejo en medios internacionales, fue la renuncia de Teodor Stolojan a presentarse a la investidura como Primer Ministro tan sólo cinco días después de haber sido anunciada su designación (11-16 diciembre de 2008). Más víboras de las previstas debían vivir en el nido... La segunda dimisión fue la del Ministro del Interior, Liviu Dragnea, el 2 de febrero de 2009, dos semanas después de su nombramiento el 20 de enero del mismo año. Liviu Dragnea basó su decisión, fundamentalmente, en la imposibilidad de asumir y llevar a cabo sus proyectos como ministro con la baja financiación asignada al ministerio; sin embargo, la mención también de las tensiones en la coalición de gobierno asociaba a su decisión también un elemento de injerencia política en la puesta en marcha de un programa que, es de suponer, diez días antes, en el momento de su nombramiento, alguien había respaldado, pero ya no.

No hay declaración pública del gobierno actual en la que no se mencione, antes de entrar en temas más actruales, en los errores del gobierno anterior y la carga que suponen para éste. La oposición no ha dejado al gobienro actual los 100 días de rigor al gobierno actual antes de iniciar su ataque. La maquinaria administrativa sólo en marzo ha retomado la marcha, lentamente, tras tres meses de parón; el ambiente político no se ha enfriado, ni se va a enfriar en los próximos meses, ya que hay elecciones presidenciales en otoño.

Este año pinta mal en Rumania, y una legislatura que pierde un año difícilmente se recupera, y el reloj 2007-2013 sigue su curso. Van pasando esos seis años que se le ha dado a Rumania para recorrer el camino que otros países recorrimos en 15 ó 20 años...

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