No lo negaré: a veces Bucarest puede conmigo. Tal vez por eso me gustan tante las tardes en las que vuelvo a casa paseando. Paseando, sí: porque hay movimiento pero las calles no están hechas un lío, el tráfico es fluido y no hay demasiados coches aparcados en las aceras, y puedo andar descuidadamente, un poco en las nubes, un poco en la tierra. Esas tardes en las que incluso disfruto con la iluminación afectada y fantasmagórica del monumento que hay en la Plaza de la Revolución, que me recuerda que uno no tiene que vivir en una ciudad con una belleza sin fisuras para sentirse bien. Intentaré no olvidarlo.
I won 't deny it: Bucharest sometimes gets on my nerves. That's why I like those evenings where I walk back home and, strangely, the city is busy but not messy, with fluid traffic and a reasonable amount of cars parked on the sidewalks, leaving some room to walk carelessly, even wander. Those evenings where I even look with fondness at the ghostly iluminated Monument at Revolution Square, which reminds me that you don't have to be in a undoubtedly pretty city to be at ease. I'll try not to forget.
2 comentarios:
¿Existe una ciudad con belleza sin fisuras?
¿Una ciudad invisible de Calvino?
Un besote...
BTW. California or bust, ya tu sabes... :P
Por eso mismo... Afortunadamente, tampoco existe una ciudad con una fealdad sin fisuras :)
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